

To Be or Not to Be
Season 3 Episode 2 | 1h 10m 55sVideo has Closed Captions
Cristina’s pregnancy threatens Ana and Alberto’s future.
Cristina’s pregnancy threatens Ana and Alberto’s future. She and Barabara devise a plan to win Alberto back. Meanwhile, Rita, Pedro, and Jonas uncover a secret that could ruin Velvet.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

To Be or Not to Be
Season 3 Episode 2 | 1h 10m 55sVideo has Closed Captions
Cristina’s pregnancy threatens Ana and Alberto’s future. She and Barabara devise a plan to win Alberto back. Meanwhile, Rita, Pedro, and Jonas uncover a secret that could ruin Velvet.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-Ya lo tengo todo reservado para el año que viene.
-No quiero que se acaben nunca estas vacaciones.
-¡Serás cerdo!
Me has quitado las acciones de mi madre.
El juez dice que ese matrimonio nunca fue legal.
-Te espero luego en la junta para hacerlo oficial.
-Esto no va a quedar así, lo sabes, ¿no?
-Que le han otorgado el premio Hombre del Año.
-¿Hombre del Año?
-Alberto, que te han dado el premio del año, por favor, te han dado el premio del año.
-¿Vas venir conmigo?
-No, y Cristina, no podemos aparecer en público juntos.
-Lo tengo muy claro, Ana.
Ya no hay marcha atrás.
-Pensé que al curso solo iban chicas.
-¿Y por qué pensaste eso?
-No lo sé.
¿Y el José Luis esta que se dedica?
-Estás celoso, Mateito.
-No, para nada.
-¿Pero cómo les vamos a echar por casarse?
-No, de aquí, de aquí, de las habitaciones.
Entonces es cierto.
¿Les van a echar?
-Naturalmente.
-Nos echan del trabajo.
Y nosotros en porrillos.
-Bienvenidos a su nuevo hogar.
Uno no se casa todos los días.
-Gracias.
-Yo no sé por qué tú estás nervioso si de esto ya sabes.
-Pero lo que sé, no sé si es suficiente.
Sobre todo cuando tienes delante a la flor más bonita de este mundo.
-¡Bravo!
¡Bravo!
-Hay que hacer un monumento a este santo varón.
-Muchas gracias, Esteban.
Tienes que venir esta noche a la gala del hombre del año.
Se puede decir que tú ya formas parte de Velvet, ¿no?
-Gracias.
Iré encantado.
-He reflotado estas galerías, he saneado sus cuentas, he traído a Airsa, pero él es el hombre del año.
-A alguien le han dado un demás, le duele.
-¿Has visto los patrones del nuevo vestido?
Raúl es bueno, muy bueno.
Espero que lo que esté haciendo esté a su altura.
-Raúl, ¿qué Raúl?
Aquí no hay más colección que la de Oxford.
Ya no le pertenece.
-¿Qué haces aquí, Cristina?
-Celebrar el éxito de mi esposo y que vamos a ser padres.
Estoy embarazada, Alberto.
[♪ Alba Llibre & Lucio Godoy:"Falling In Love"] -¿Pero qué te pasa, Alberto?
¿No te alegra la noticia?
-¿Qué estás haciendo aquí?
¿Y qué haces con ese vestido?
-¿No te gusta?
Pensé que te haría ilusión que lo llevara puesto en una noche tan especial como te gastaste tanto dinero en la subasta.
-No sabes a lo que estás jugando, Cristina, pero no te va a salir bien.
-No es ningún juego, Alberto.
Vamos a tener un hijo.
-¿De cuánto tiempo estás?
-De seis semanas.
He venido en cuanto el médico me lo ha confirmado.
-No me lo puedo creer.
-No.
Lo que yo no me puedo creer es que hayas sido capaz de venir a la gala acompañado de esa cualquiera.
-No te consiento que hables así de ella.
-¡Ay, que prefieres algo más elegante sinvergüenza cazafortunas!
-¡Cállate!
¡Cállate!
[risa] Alberto, esa fulana se ha metido en medio de nuestro matrimonio.
-No se ha metido en medio de nada.
Si alguien tiene la culpa, soy yo.
Si tienes que empezar a odiar a alguien, empieza por mí.
-Me has hecho pasar los días más humillantes y duros de mi vida, Alberto.
Pero te guste o no, sigo siendo tu mujer.
Y ahora también voy a ser la madre de tu hijo.
No te va a ser tan fácil hacer borrón y cuenta nueva.
¡Mateo!
-Cristina.
-Alberto, está todo el mundo preguntando por ti.
-Claro, es tu noche.
Hombre del año, mi amor.
Mateo, dile a tu amigo que te cuente la buena nueva.
¿Hmm?
Creo que se merece un buen brindis.
-Vamos, por favor.
-Alberto, ¿qué hace aquí?
Vámonos, por favor.
Vamos.
-¿Y?
-Nada.
Cosas de Cristina.
[♪ música por la radio] -Llevas sin decir nada desde que salimos de la gala.
-Necesito saber que confías en mí, Ana.
Y que sabes que te quiero.
Y que voy a luchar por los dos.
-Me estás asustando.
-Nada de lo que te diga va a cambiar nada entre nosotros, ¿verdad?
-¿Qué pasa?
-¿Tú confías en mí?
-¿Qué pasa, Alberto?
-¿Tú confías en mí o no?
Cristina está embarazada.
Ana, esto no significa nada, ¿no?
-Llévame a las galerías, por favor.
-Escúchame, por favor.
-Llévame a casa.
Necesito estar sola.
[♪ Kathleen Irvine: "So In Love"] -¿Qué pasa, hija?
-¿Cómo me miraban?
Era la última persona que esperaban encontrarse allí.
¡Uh!
[hablando en francés] -Un préstamo de la bodega personal de Mateo Ruiz Lagasca.
-Muy bien.
-Ey, "mi casa es tu casa", digo yo.
En mi casa bebo champán.
Ah, no, que tú no puedes, pero que te tienes que cuidar.
-Por la venganza que se sirve tan fría como el champán.
Y por mi futura maternidad.
-Por un año lleno de éxitos en los negocios.
¿Qué me iba a decir a mí que me iba a preocupar por esos asuntos?
-Ay, Bárbara, no nos estaremos precipitando con tanto cambio.
-Una de las tonterías, Cristina, por favor.
Si queremos estar dentro de sus vidas, tenemos que estar dentro de Velvet.
Y para eso... -¿Y esto?
-Un cambio de vida merece un cambio de imagen.
-¿Baptiste Lauron?
No me lo puedo creer, ¿cómo has conseguido que te dé cita?
-Un mago nunca revela sus trucos.
-Por... el final de los cuentos de hadas.
-Ah, no, no, no, no, por las brujas de los cuentos de hadas.
-Tortolitos, se acabó la noche de pasión que hay que darle caña.
-Quieres que te hagas que está dormida hace porro.
¡Tira para atrás!
-Hombre, por fin.
-Primo, esto de entrar sin llamar se va a acabar.
¡Dios, es que ya sabía yo que dejabas el pabellón de los infantes bien alto!
-Anda.
-Orgullo de primo.
-Ya ha llegado la furgoneta con las telas del señor Esteban.
-Gracias, Josemi.
Anda, ayúdame.
-Ah, pero de verdad que no me vas a contar nada.
-No.
-Pero ¿desde cuándo hay secretos entre tú y yo?
-No es cuestión de secretos, primo.
Lo que pasa es que un hombre elegante no habla de sus mujeres como si fuese un triunfo.
-Ya.
-Dios mío, esto no son telas.
-Pues mira, si no me lo contas tú a mí, te lo conto yo a ti.
Si hasta ahora, y con el grito que ha pegado la Margarita ni se ha canteado, eso es porque se ha dormido.
-No se ha No se ha dormido.
Lo que pasa es que soy un caballero.
-Bueno, pues al menos dime si ha ido bien.
-Que no te lo voy a decir.
-A ver, ¿ha sido como si el Atlético de Porrillos metiera un gol en el Bernabéu o como si se hinchara goles?
-El fútbol, el fútbol, el fútbol, todo el día hablando de fútbol.
Por favor, si con estas telas entre las manos.
Sigue hablando de fútbol, es que tienen ustedes un problema.
-Pues, señor De la Riva, aquí lo que nos interesa es marcar goles.
-¿Qué tal con Rita, Pedro?
-Otro.
-¿Y el charmeuse?
¿Dónde está?
Aquí está el charmeuse.
Ayúdenme, ayúdenme.
Sáquenlo.
-Ahí va. -Ahí está.
Déjenme verlo.
Esto sí, esto sí.
Tóquenlo, tóquenlo.
Aquí esta seda.
Perfecto, está claro.
Pero lo de Esteban Márquez es excelente.
-Desde luego, arregla furgonetas, sabe de tela.
Hombre, muy completo.
-Bueno, basta ya de cháchara.
Me llevo esto.
Les espero en el taller que hay mucho que hacer.
-Bien.
Uno, dos... -¿Y al final qué?
¿La Rita?
¿Te aplaudió?
¿O no te aplaudió?
[♪ música alegre] -Rita.
Rita.
¡Rita!
-¿Qué pasa?
-¿Qué te has dormido?
-¡Ay, madre mía!
¿Pero, pero bueno, pero, pero, pero, pero, ¿y qué hora es?
-Pues no lo sé, pero yo venía a contarte un cotilleo de anoche, pero no me pienso mover de aquí hasta que me cuentes todo.
-Ay, Clarita, ¿qué ton y qué to?
-Ay, sí.
Mira cómo se hace la tonta.
Pero que estos hoyuelos te delatan, que ayer no hubo interrupciones, ¿eh?
-No hubo interrupciones.
-¿Y la flor?
Cambié una por un montón que me regaló ayer Pedro.
Fue tan romántico.
-Que sí, que sí, que sí, que lo de las flores ya me lo sé, pero yo quiero detalles.
-¿Pero cómo voy a darte detalles?
Solo puedo decirte que Pedro fue todo un caballero.
-Pues fueron cinco goles, como cinco goles marcaría Puskás.
Toma.
-¿Y la Margarita cómo estuvo?
-Salvaje.
Salvaje como dos leones, primo.
Oye, tú no me estarás vacilando, ¿no?
-¿Eso no era lo que querías escuchar?
¡Madre!
¿Cómo van a ser cinco?
-¡Anda, tira para adentro!
-A ver si me quedé corta.
-Bueno, tú tranquila, que tendrás muchas noches para repetir.
-Pues sí, sí, habrá que repetir, claro.
-Claro.
-¡No seas guarra!
-¿Cómo está la mujer más bonita, más preciosa de la galería de Madrid, de Porrillo y de Alemania?
-¿Pedro?
-¿Qué?
-Qué me haces cosquillas.
-Mira, oh.
Mira.
-Oye, ven y quita, por favor.
¿Qué nos van a ver?
-Da igual si ya estamos casados.
Y después nos ven, nos ven, y ya no me puedo resistir.
-Oye, anoche... -Anoche.
-Madre mía, ¿eh?
Pero bueno, que ni que te hubieras quedado con ganas de más.
-¿Cómo?
-¿Te he preparado un café?
-Sí.
Sí, me tengo que... Uf.
Me tengo que espabilar.
Tengo... Tengo mucho lío hoy.
-Oye, y que estaba yo pensando que esta mañana te fuiste tan temprano que no tuvimos la oportunidad de hablar de... -¿De qué?
-¿Tú cómo quieres el café?
-Solo.
Con uno de azucarillo.
-Ya, sí, es verdad, cómo estoy hoy, ¿eh?
Sí.
-¿Cómo estás?
-Que lo que he pensado es que... que igual que uno de azucarillo, ¿eh?
-Sí.
-Como que era poco.
-¿Poco?
-Poco.
Sí, Pedro, poquísimo, porque... Pero que yo no lo pienso, o sea, que yo soy, que yo soy mi nueva en eso del café, pero que hay gente como muy... -Muy cafetera, ¿verdad?
-Sí, que le gusta mucho el... -El azúcar.
-Y que, y que con uno hacen nada y echan dos, tres, cuatro, y ya está.
Y hasta cinco azucarillos.
Tú me sigues por donde voy, ¿verdad?
-Sí.
Por supuesto.
-¿Eh?
¿Y qué opinas?
-Que si me echas cinco azucarillos en un café ya no sabe a café y el café se tiene que tomar amargo.
-Pedro, que, que es muy difícil para mí hablar de esto, hombre.
-Pero ¿no estamos hablando del café?
-¿Estamos hablando del café?
Venga, anda, que te pongo uno solo y con un azucarillo.
¡Ana!
Ana.
Venga, espabila, que quiero hablar de Jeruso en el matrimonio, que entre Clara y mi marido... ¿Y dónde se ha metido esta?
[♪ Franck Sarkissian: "A Date with You"] -Buenos días.
-¿Qué escribe?
-Cosillas.
Cosillas mías que tengo pendientes.
¿Más tranquila?
-Sí.
Siento que haya tenido que dormir en el sillón.
-Somos viejos amigos este yo.
Hemos velado más de una noche.
Ana, tómate tu tiempo.
No hace falta que vayas a trabajar.
-Estaré bien.
-No hay por qué forzar las cosas.
Puedo decir que estás enferma, ¿hmm?
-Tío, mi vida ya es mucho más que Alberto.
-Ya lo sé, hija, ya lo sé.
Y me siento muy orgulloso de ello.
Yo sé que llegarás muy lejos tú sola.
Pero también sé lo que sientes por Alberto.
Y ahora Cristina Otegui no se va a dar por vencida.
Al contrario, tiene un motivo más por el que luchar.
-No se preocupe, que estaré bien.
[♪ FitnessGlo: "The Way You Make Me Feel"] -Hola, Enrique.
-Dichosos los ojos.
Veo que el viaje te ha cambiado.
-No es a la única.
-Bárbara, qué sorpresa.
San Sebastián te ha sentado bastante... -Sí, lo sé, gracias.
-¿Y has venido para...?
-A quedarme, pero no vuelvo a casa.
Tengo otros planes.
-Tenemos otros planes.
Enrique, no hemos venido de visita, hemos venido por negocios.
¿Y pensáis encargaros de esto... vosotras solas?
-Qué osadas la ignorancia.
Así te va, hombre del año.
Nunca has sabido reconocer un buen negocio.
-En eso tienes razón, fíjate.
Nunca debía de haber firmado el que tengo contigo.
-Pues si lo mejor... -Enrique, Bárbara, ¿podemos avanzar?
-Sí, perdona, Cristina.
A veces con Enrique es tan difícil.
-El proyecto tiene todo el sentido.
Las clientas de Velvet somos mujeres con un poder adquisitivo muy alto y a día de hoy el producto que se ofrece en joyería es menor.
-Es el momento de apostar por ello.
Un diamante es para toda la vida, Enrique.
-¿Y a qué debo el honor de ser el primero en conocer este... proyecto revelador?
Alberto tiene el mismo poder accionarial que yo ahora.
-No te creas el centro del universo.
Hemos venido sin saber quién estaría al otro lado de la mesa.
Así que tómatelo como una oportunidad que te brinda el destino.
-Si creéis que soy imbécil, es que todavía no me conocéis lo suficiente.
¿Qué pasa con Alberto, Cristina?
¿Me lo vas a contar tú?
¿O se lo tengo que preguntar a él directamente?
-Nada.
De hecho, estamos en nuestro mejor momento.
Así que aprovecho para darte la buena nueva, Enrique.
Estoy embarazada.
-Sí, un hijo, la gente los tiene, como tú y a Lourditas, ¿te acuerdas?
Esa niña por la que ya ni preguntas.
-Bien, obviando este último comentario y el hecho de que estés embarazada, no creo que estéis preparadas para haceros cargo de semejante proyecto.
-Si tú pudiste hacerte un hueco en esta empresa sin saber absolutamente nada de moda, no dudes que nosotras tendremos un éxito con esta línea de negocio.
-Llevamos comprando joyas desde que somos adolescentes, así que o te subes al barco o te hundes.
-Es indignante.
-Solo le pido a Dios dos cosas, que Lourditas herede mi encanto y absolutamente nada de su padre.
¿La que faltaba?
-Patricia.
-Uy, ¿estáis distintas?
-Sí, gracias.
Toma nota, a ti te va haciendo falta un cambio de imagen, que estás muy vista.
-Tu marido no piensa lo mismo.
Parece que la familia ha vuelto a la ciudad, ¿emocionado?
-Si te preocupa que vuelva al redil de mi mujer, no es que... -Enrique, ayer firmamos un pacto.
Solo negocios.
¿"Joyas Velvet"?.
Mi padre tenía un proyecto así que nunca pudo llevar a cabo.
-Lo estoy considerando.
¿Te interesa?
Creo que podría ser beneficioso abrir nuevas líneas de negocio.
Sobre todo para posicionarnos cara a tu hermano, y si nos ponemos de acuerdo no podrá rechazar la oferta.
-Me gusta el nuevo Enrique, por fin muestras algo de olfato.
-No me llega para ser el Hombre del Año, pero me gusta rodearme de los mejores.
-Deja de regalarme el oído, ya te he dicho que estoy de tu lado.
Enhorabuena.
-Yo no voy a aceptar otra derrota.
-Cristina Otegui ha vuelto a Madrid.
Uy.
Qué cambio.
¿Pero tú quién eres?
¿Dónde está mi amiga?
Bárbara de Senillosa, aseguro que tú has tenido algo que ver con esto.
-Y si aciertas el autor de la obra maestra, haces pleno.
-Baptiste Lauron, un genio.
Pero las modelos son excepcionales.
Lástima que la figura de una de ellas vaya a cambiar dentro de poco.
-¡No!
¡No, sí, sí, sí, sí, sí!
No, no, perdona, perdona, que ahora no puedes hacer esfuerzos.
Ay, perdóname.
Ay, Dios mío, voy a ser tío.
Voy a ser tío.
Tío honorífico, por lo menos.
¿Ves?
¿Te das cuenta?
Esta es la prueba.
Esta colección va a acabar con nuestra relación.
Cristina, ¿por qué no nos vemos nada?
Voy a ser tío.
-Y yo tengo tanto que contarte, Raúl.
-Ay, voy a ser tío.
Me tengo que ir.
Por favor, prometedme que no os vais a ir sin pasar por el taller.
Hasta luego.
Ay, Dios mío.
-¿Por qué no vas a darle la buena nueva?
-Lo estoy deseando.
Anoche no tuvimos ocasión de saludarnos.
-Buenos días.
Disculpe, pero... -"Ay, disculpe".
¿Ya no nos tuteamos?
Vamos, Ana, compartimos, hombre.
Hay confianza de sobra, ¿no?
[♪ música dramática] -¿Qué quieres?
-Hablar contigo.
A lo mejor tú no tienes nada que decirme, pero yo no sé ni por dónde empezar.
-Cristina, siento mucho como ha sucedido.
-Te consideraba mi amiga, Ana.
Qué decepción.
-¿Tu amiga?
Venga, Cristina, que yo para ti nunca dejé de ser una simple modista.
Te encargaste de marcar distancias el día de tu boda, así que quita la pose de víctima.
-Marqué distancias, sí, pero no debieron ser suficientes o no habrías sido capaz de meterte en la cama de mi marido.
-Yo no me metí en la cama de nadie.
Lo mío con Alberto viene de mucho tiempo atrás, no es un simple capricho.
-Pues espero que se quede en eso, en una historia del pasado, porque como sabrás, vamos a ser padres.
Así que si te queda algo de decencia, sabrás echarte a un lado, porque esta criatura necesita una familia.
-Esa familia ya está rota.
-Cri-Cristina.
Señorita Otegui, cuánto tiempo hacía que no la veía por aquí.
-Sí, demasiado.
Pero tranquila, Rita, que a partir de ahora me vais a ver muy a menudo.
-Sí, no le importa.
Tenemos que ir al taller.
Ay, madre Ana, que casi te pega, ¿me vas a contar qué está pasando?
-Cristina está embarazada.
[♪ música melancólica] Se presentó ayer con la noticia.
y Alberto dice que no va a volver con ella, que todo va a seguir igual.
-¿Y tú?
-Va a ser padre, Rita.
-¡Ana!
-Me tengo que ir.
-¿Puedes venir a ayudarme, por favor, que te voy a presentar la colección a Alberto y a Mateo?
No lo he terminado, me faltan tres modelos.
¡Cógeme el bajo a este, por favor!
¿Ana?
-Perdona, que tenía la cabeza en otro sitio.
-Hombre, la cabeza, la cara, todo el cuerpo.
¿Tú te has visto la cara mustia que tienes?
¿Qué pasa?
Uy, el suspiro, huele a tragedia.
Muy bien.
Tienes suerte porque aquí está el gran Raúl de la Riva para darte el mejor de los consejos.
Venga, desembucha.
-Nada, no es nada, no te preocupes.
-"No es nada".
Vamos, que no te da la gana de contármelo, que no es lo mismo.
Parece muy bien, pues no me lo cuentes.
Ahí te quedas tú ahí con tu pena.
¿No lo quieres compartir?
Pues para ti sola.
Venga, toda la pena para ti.
Muy bien.
Lo respeto, lo respeto.
Hombre, si supiera qué es lo que pasa por esa cabecita, mi consejo estaría mucho más acertado.
Pero ahí va el que tengo.
La moda está por encima de todo.
Por encima de cualquier suceso, de cualquier tragedia.
Por encima de cualquier desgracia.
Coser es la salvación para un diseñador cuando el mundo le da la espalda.
Sea lo que fuere lo que te ha sucedido, yo no puedo cambiarlo, Ana.
Pero puedo darte algo para que te sientas mejor.
[exhalación] El bajo, cuatro centímetros.
-Tus cosas siguen en mi armario y tú en mi umbral.
-Has venido a controlarme.
-¿Has madrugado?
-Sí, mi estilista no tenía hueco otra hora.
¿Qué?
¿No querrás que me vaya a buscar piso hecho a unos zorros?
¿Te gusta?
¿Cuánto?
-Lo que me gustaría es saber si estás empaquetando tus cosas para irte.
-He estado buscando pisos y más pisos, pero todo lo que encuentro son cuchitriles de mala muerte.
La verdad que se me están acabando las opciones de barrio de Salamanca.
¿Qué voy a hacer?
-¿En serio me estás diciendo que no hay un pisón todo Madrid que se adecúe a tus necesidades?
Bárbara.
-Mateo, lo tengo claro.
Me estás echando.
No te preocupes.
Enseguida recojo mis cosas y te dejo tu piso libre para organizar tus fiestas de machito.
Mientras nosotras nos buscamos la vida.
Ramira.
-¿Señora?
-Olvídate de la niña y ve buscando cajas para ir empaquetando.
Lo mismo las hermanas descalzas tienen un huequito para una pobre madre y su hija.
-Bárbara, si lo que pretendes es darme pena, se acabó.
-No.
El que da pena eres tú.
Que no tienes corazón.
-Sí, sí, sí, sí.
Claro, claro.
Sí, sí.
No, a mí los tres primeros son los que más complicados me parecen.
Ya.
¿Y crees que puede entrar algo más en el examen?
¡Ja!
Ya.
¿Pero qué cosas tienes, José Luis?
Es que no sé qué haría yo sin ti, ¿eh?
Sí.
Venga, te veo mañana.
Chao.
-¿José Luis?
-Una clase me he perdido.
Una.
La de ayer.
Por la dichosa gala que me tuve que arreglar y no pude ir, iban y me plantearon un examen.
-Pues haz como yo.
Una noche intensiva y tienes el suficiente.
-Pues sí, menudo ejemplo.
crees que me van a suspender con verme la cara.
Ya puedo ponerme a estudiar.
-Clarita.
Aquí se viene a trabajar, ¿eh?
-Y eso hago.
Pero entre llamada y llamada echo un ojo a los apuntes.
Que digo yo, que tampoco estaré cometiendo ninguna falta grave.
-Hombre, no sé qué le parecería todo esto a don Alberto.
-Pues don Alberto no tiene por qué enterarse.
Porque tú, guardando secretos, no tienes precio, ¿no?
¿O es que me vas a contar lo que pasó ayer entre Ana y Alberto?
-Yo no sé nada.
-¿En qué momento crees que puedes engañarme, bigotitos?
-¿De qué hablas?
-Buenos días, don Alberto.
-Buenos días, Mateo.
-¿Has hablado con Ana?
-No quiere hablar conmigo.
-Me evita.
Anoche se bajó del coche sin dirigirme la palabra.
-Normal.
¿Cómo te quedarías tú?
-No lo sé.
Llevo toda la noche sin pegar ojo.
-Pues vete acostumbrando.
Dicen que en primer año con un bebé se duerme poco.
-No quiero ser padre, Mateo.
No estoy preparado.
-Pues te recuerdo que no hace mucho eres tú el que decías que un hijo es lo más grande que te puede pasar.
-Era distinto.
-Cherie, baje al taller que la voy a necesitar.
-Tú querías a Clara.
-Es tu hijo.
-Bueno, caballeros.
¿Están preparados?
Porque ahora sí.
Vengan conmigo.
Señores, tras meses de duro... trabajo, tesón, lágrimas y talento... Gracias al nuevo material de Esteban Márquez y al maravilloso equipo de modistas de Galerías Velvet, hoy puedo decir que he realizado la mejor colección de mi vida.
Prepárense para los felices años 20.
[♪ Steve Sidwell: "On The Strip"] -Bravo, Raúl.
Bravo.
¡Bravo!
Has estado increíble.
Estoy convencido que esta colección va a ser lo más grande que se haya hecho nunca.
-¡Ay, no me lo digas!
¡Que me lo creo!
¡Que me lo creo!
-Esto hay que celebrarlo.
-¡No!
¡No!
¡No!
¡No se puede celebrar antes de tiempo!
¡Que trae mala suerte!
¡No!
¡Hoy toca lo que toca!
¡Felicidades!
Felicidades, papá.
Me lo contó anoche Cristina.
Y no sabes lo feliz que me haces con esto, Alberto.
Porque Cristina ha nacido para ser madre y tú vas a ser un padre maravilloso.
-Gracias, Raúl.
-Ana, mujer, ve a hablar con él.
-No es el momento, Rita.
-¿Podemos hablar, por favor?
-Tengo que llevar este vestido.
-No, no, ya lo hago yo.
Ana, os dejo a solas.
-¿Me vas a volver a evitar?
Te lo dije ayer y te lo digo hoy, Ana.
Ese embarazo no va a cambiar nada entre nosotros.
-Sé realista, Alberto.
¿Tú te crees que un niño no cambia las cosas?
¿Te crees que la vida de mi tío fue la misma desde que yo llegué aquí?
-Me voy a hacer cargo de él, Ana.
Y sé que Cristina nos va a hacer la vida imposible.
Te prometo que no pienso parar hasta conseguir la unidad matrimonial.
Confía en mí.
-No sé.
-¿No te das cuenta que lo único que quiere es separarnos?
No me teme que no lo va a conseguir.
-Secretaria, contable, modelo.
No hay nada que se te resista, ¿verdad?
-Así que no sabías nada, ¿no?
-Empiezo a recordar, sí.
-Cristina, o te dio con un bombo y para ti eso es una información menor, ¿no?
-Yo no he dicho eso, pero un embarazo es un tema delicado y Alberto me pidió discreción.
-¿Y?
Entre los novios no tiene que haber secretos.
Se lo tienen que contar todo.
Dónde van, dónde vienen, qué hacen.
-No seas ingenua, Clara.
Por favor.
-Ah, te despido una relación madura y yo soy la única que lo está intentando.
-¿Me estás diciendo que desde que estamos juntos me lo cuentas todo?
-No.
¿No?
¿Y qué es lo que no me cuentas?
A partir de ahora, nada.
Así que desaparece que tengo que estudiar.
¿Sí?
Perdón, perdón, don Emilio.
No, es que estaba con otro asunto.
Dice don Emilio que sí puede recoger.
Por supuesto.
Lo dejo todo en sus manos, Clarita.
-Sí, don Emilio, puede ir recogiendo.
-Gracias, Clara.
Bueno, despejen todo esto y déjenlo conforme estaba.
-¿Y qué hacemos con...?
-Los modelos ni tocarlos.
No quiero que ocurra ninguna tragedia.
-Sí, sí, don Emilio.
-Que no ha llamado.
-¿Quién?
-Luisa.
-Ah, es eso.
-Que no, que no.
¿No?
-A ver, a ver, don Emilio, que yo entiendo que la Luisa está de gira, pero Y claro, la echo de menos, porque claro, aquí las tentaciones están por todas partes.
¿Y cómo me resisto yo a ello?
Si es que soy puro fuego.
-Pues cuidado, no se vaya usted a quemar, ¿hmm?
-Don Emilio, póngase en mi pellejo.
Usted sabe lo que es encontrar el amor de su vida y cuando por fin puede estar con ella, perderlo.
-Sí... -Que está caliente y perdido.
-Pues orden, orden, orden, orden.
Le voy a dar un consejo, Jonás, algo que aprendí de los últimos días con Isabel.
Solo tenemos una vida, solo una, y hay que aprovecharla hasta el último aliento.
-Claro, claro, sí, tiene usted toda la razón, don Emilio.
¿Y usted se lo aplica?
-Claro que sí.
Claro que sí.
Aquí en el bolsillo yo... La... A trabajar, vamos, a trabajar.
¡A trabajar!
-Venga, va, ya queda menos.
Coge.
Tengo los riñones como para tirarnos a la basura, papi.
-Pedro, han traído la prensa de hoy y la correspondencia.
-Gracias, Ignacio, ahora me encargo yo de ello, no te preocupes.
Me vas a echar una mano, ¿no?
-No, no, no, no, que luego cuando estoy en planta atendiendo, me lo como yo solito.
¿Y no?
No, y no me pongas esa cara que ya te conozco.
Que no.
-¿Primo?
-Mira, si es que vas a tener queja de mí.
Anda, trae.
-Ay, mi madre.
Ay, mi madre, ay, mi madre, mi madre.
-¿Qué pasa?
-Mi madre, que viene, que viene mi madre.
-¿La tía Concha, en Madrid?
Es la primera vez que viene, ¿no?
-Sí, sí, la primera vez, pero mira, mira, mira.
"Me conozco las galerías de memoria, pero es que tengo muchas ganas de verlo, porque cuando lo vea en persona me voy a quedar de piedra".
Madre mía, cuando se lo cuente a Rita, Rita va a alucinar, porque es que Rita y mi madre se llevan, son uña y carne.
Primo, te estoy hablando, ¿me quieres escuchar cuando te hablo?
¿Qué pasa?
-Oxford, que anuncia su nueva colección.
-¿Qué colección?
"Oxford presenta...".
Pero esto de nueva colección tiene poco, ¿no?
¿Este vestido yo lo he visto ya antes?
-Serás sin otro, lo tienes delante.
-Ay, mi madre.
Ay, mi madre, ¿qué es?
Qué es el vestido.
Nos han robado la colección, primo.
Es que si lo pone, si lo pone aquí, tiene razón, como se entere De la Riva le va a dar un infarto de verdad.
Se lo tienes que contar.
-Sí.
-Yo, yo no, no.
-Sí.
Tú eres, tú eres modista, así que habláis el mismo idioma, ¿no?
-En la clandestinidad.
-Donde sea.
Tú lo conoces de hace más tiempo, tienes más confianza.
-¿No confianza?
¿Quién puede tener confianza aquí con él?
¿Rita?
-¿Qué, ya me echas de menos?
-Claro, claro.
¿Me puedes acompañar afuera un momento?
-¡Uy, una sorpresa!
Pues cierra los ojos.
¿Qué me estás asustando, Pedro?
¿Qué pasa?
-Esto pasa.
-¡Ay, madre!
¡Ay, mi madre!
-¡Shh!
¡Que nos han copiado los vestidos!
-Los vestidos, no, toda la colección.
-Tienes que decírselo De la Riva.
-Yo, yo, yo, yo no digo ni mu.
¿Pero cómo ha podido pasar algo así?
Ana, Ana.
-¿Qué pasa?
-Nada, ¿qué va a pasar?
-Míralo con tus propios ojos.
-¿Pero y esto?
-Sí, sí, sí, sí.
-Y ahora, ¿qué hacemos?
-Pues hay que decírselo Alberto rápidamente, porque como se entere Raúl, yo no sé qué va a hacer.
-¿Que me entero de qué?
-Nada.
Nada.
Raúl, que... Estos dos, que desmontando el avance de la colección, pues que... -Que se nos ha descosido una cosa.
-Ya sabes, desmonta aquí, desmonta allá... -Que tanto va el cántaro a la fuente, pues que al final pasan estas cosas, pero ¿qué le vamos a hacer, verdad?
-Espero no sea nada grave, ¿eh?
Que solamente se ha descosido una... -Una manga.
-Falda.
[risita] [♪ música de suspenso] -Ana, ¿me puedes enseñar lo que escondes ahí, por favor?
-Pero sí, sí, sí, Ana, no tiene nada.
-Son los vestidos de la... -Sé perfectamente lo que son.
[Raúl grita] -Raúl.
-Ya vendemos joyas.
-Sí, pero estas las haríamos nosotros.
Adoc a las colecciones que presentamos.
Vamos, Alberto.
Tus márgenes serían increíbles.
-¿Y esto se os ha ocurrido a vosotros?
-¡Eh!
¡Tú!
¡Malnacido!
¿Cuánto te han pagado?
-No sé de qué me estás hablando.
-¿Ah, no?
Y si te digo que Oxford ha plagiado íntegramente mi nueva colección, ¿tampoco sabes de qué te hablo?
-No me lo puedo creer.
-¿Y no estarás sugiriendo que yo tengo algo que ver con eso?
-Siempre has querido hundirme.
¡Siempre!
Pero esto es lo más rastrero que he visto hacer a nadie.
Porque no solo has puesto en juego mi reputación, sino de todas las galerías.
-¡Ey, ey, ey!
¡Raúl, Raúl!
¡Para, para, para!
¡Para, para!
¡Para!
-¿Qué?
-¿Qué?
-¡Raúl!
-Salid de aquí, por favor.
Por favor.
-¡Ey, a mí!
-¡Para, para, para!
-¡Raúl!
-¡Enrique!
[♪ música dramática] -Ni se te ocurra pensarlo.
-Si Oxford tiene los diseños... -Yo no he sido.
Yo también soy accionista de estas galerías.
Que roben unas colecciones es una ruina para mí también.
-Tanto esfuerzo tirado a la basura.
Llevo años luchando por una oportunidad en este país y va este malnacido... -Tranquilízate, Raúl.
Vamos a pensar un poco las cosas, por favor.
-¡Es lo único que no puedo hacer!
¡Pensar!
Voy a acabar con él.
Voy a hundirte.
Voy a hundirte aunque sea lo último que haga.
Pero yo le tengo que pegar.
-¡Ey, ey, ey!
Tranquilo, tranquilo, Raúl.
Tranquilo, por favor.
Ya le has dado un buen derechazo, hombre.
Relájate.
Toma.
[respiración pesada] -¿Qué vamos a hacer, Alberto?
¿Qué vamos a hacer?
¡Tenemos que hacer algo!
¡He puesto el alma en esta colección!
-Esto es demasiado grave, pero si ha sido él, tenemos que demostrarlo.
Llamemos a la policía.
Ya está.
-No vamos a llamar a la policía.
Si esta noticia sale de las galerías, mañana estaremos en toda la prensa.
Y eso sería muy mala publicidad para nosotros.
Venid conmigo.
-No me lo puedo creer.
-Ni usted ni nadie, don Emilio.
-No sabe cuánto lo siento.
-Tenemos que localizar al culpable para poder tomar medidas.
-Pero en el taller no entra nadie salvo mis chicas.
-También entran clientes.
-La colección de las galerías Oxford es idéntica a la del señor De la Riva.
Es imposible que a plena luz del día un extraño entre en el taller y fotografíe los diseños o tome medidas.
Es imposible.
-Alguien ha tenido que acceder a la carpeta de los patrones.
-¿Quién?
-Por las noches las galerías están cerradas a cal y canto.
Incluso para nuestros empleados.
Está prohibido entrar en las zonas de trabajo.
-El culpable trabaja aquí.
Hablen con todos los empleados, por favor.
Cualquier información es importante.
Tenemos un topo.
-Enrique Otegui.
Enrique Otegui.
Si está claro, Alberto, no hay más que hablar.
Basta ya de lucubrar, lo sabemos todos.
Es Enrique Otegui que se va a volver a ir de rositas.
¿No te das cuenta que quiere acabar conmigo?
Un tipo que no tiene ningún problema en acusarme de plagio.
No va a tener ningún pudor en robarme los diseños.
Va por mí y va por ti.
Está rabioso, Alberto, está rabioso.
Con lo de Airsa se quiso hacer el eco de toda la fama de la prensa.
Y ahora con lo del Hombre del Año se ha quedado fuera de juego.
-Necesito pruebas, Raúl.
Necesito pruebas.
-¿A dónde vas?
-A hablar con la única persona que sale beneficiada con todo esto.
-Alberto.
Mi hermano se equivocaba constantemente, pero siempre supo que a una dama no se le hace esperar.
-Me alegra que no se ande con rodeos a la hora de los reproches, porque tengo unos cuantos que hacer.
-¿Por eso me has citado?
A ver.
¿Qué ha podido ocurrir tan grave entre ayer y hoy?
¡Ah!
¿Te gusta nuestra nueva colección?
Es divina.
-Esa colección es nuestra.
Esa colección es de Raúl de la Riva y usted sabe perfectamente que salía a la venta en una semana.
-¿Tenéis una colección igual a esta?
Por Dios, Alberto.
Espero no tener que acusaros de plagio.
¿Para qué me has hecho venir?
-No juegue conmigo, porque se quemará.
¿Cómo consiguió esos modelos?
-Estás haciendo acusaciones muy graves y sin pruebas.
La situación podría darse la vuelta en cualquier momento.
-Espero que no me esté amenazando, porque tiene todas las de perder.
Y sabe perfectamente que no hay nada que le venga peor a nuestros negocios que un escándalo como este.
-Pues, entonces, no me hagas perder el tiempo, Alberto.
Nuestra nueva colección está resultando todo un éxito.
-No nos vamos a quedar de brazos cruzados.
-Eso espero, Alberto, porque tenéis mucho trabajo por delante.
-Sí, sí, no, no, si esto lo he visto yo primero.
-Oye, no, Bárbara, te estoy viendo la cara.
No.
-No, este es mío, me encanta.
-Sí, todos son tuyos.
Ese es para mí.
-Ese también.
Es que a ti el color no te va a nada, Cristina.
-¿Que no me va bien el verde agua a mí?
-¿Os gustan?
-Raúl.
-Son geniales.
-Son maravillosos, enhorabuena.
-Pues podéis encontrarlos en almacenes Oxford.
-Como te oiga Alberto, te mata.
-No es ninguna broma.
Idénticos.
Un plagio en toda regla.
-¿Pero esto no puede ser?
-Sí, sí puede ser.
Oxford me ha robado la colección al completo.
Y yo no puedo hacer nada porque estoy atado de pies y manos.
Era mi sueño.
Pero ya da igual.
Ya da igual.
-Raúl.
Esto de soñar es para principiantes.
-¿Pero quién ha podido hacer algo así?
-Tu hermano.
Cristina, tu hermano.
No tengo pruebas, pero lleva toda la vida intentando hundirme.
Y al final lo ha conseguido.
-¿Qué ha dicho Alberto?
-Alberto ha ido a hablar con doña Oxford, pero da igual porque un ladrón nunca va a admitir su pecado.
Enrique es un ser ambicioso y sin escrúpulos.
-¿Qué nos vas a contar a nosotras?
-Raúl, esto no va a quedar así.
Escúchame.
Cuenta conmigo para lo que necesites.
Me equivoqué una vez, pero no pienso volver a hacerlo.
-Gracias.
[♪ música jazz suave] -Nunca le había visto así.
-Enrique es un ser despreciable.
No se merece vivir.
Bueno, mujer, es una forma de hablar.
Pero en cualquier caso le corresponde más reptar que andar.
Mira, yo no sé si lo que dice Raúl es cierto o no, pero yo a Enrique le veo capaz de eso y mucho más.
-Mi padre tiene que saber esto.
[♪ música soul] -Pero bueno, hija, qué cambio.
Casi no te reconozco.
Espero que para bien.
-Por supuesto que sí.
¿Quieres tomar algo?
¿Vino blanco?
-Me encantaría, pero no debo.
-¿Me estás diciendo que me has llamado para decirme...?
-Dentro de ocho meses habrá un nuevo Otegui en la familia.
Tu madre estaría encantada de verte embarazada.
-Bueno, mamá era una coqueta.
No creo que le hiciera mucha gracia que la llamaran abuela.
-Cierto.
-Hay algo más que deberías saber.
-¿No será que vienen gemelos?
-No.
Se trata de Enrique.
Hace unos meses le diste un toque de atención y parecía que había servido para algo, pero ha vuelto a las andadas.
-¿Qué ha hecho esta vez?
-Verás, llevo un tiempo pensando.
Y quiero formar parte activa de la empresa.
Le propuse una nueva línea de negocio, Joyas Velvet.
-Suena bien.
-Pues a él no le sonó tan bien.
Me echó de su despacho de la peor de las maneras.
-Le voy a dar otro toque de atención.
Hoy mismo tendrá sus disculpas.
-Me dan igual sus disculpas.
El problema, papá, es que hay algo más.
Algo que si trasciende, no valdrán unas simples disculpas para limpiar nuestro apellido.
-Un día duro, ¿ah?
-Los he tenido mejores.
-Hace meses que quiero cambiar ese colchón con esos muelles, parece la cama de un faquir, enteramente.
¿Has hablado con Alberto?
-Sí.
Él pretende que sigamos con todos nuestros planes, pero me he encontrado antes a Cristina y casi saltan chispas.
-Bueno, no me parece que haya salido chamuscada.
Esa no va a poder contigo, te lo digo yo.
-No me voy a dejar intimidar.
Pero tampoco sé cuánto puedo aguantar.
Y para colmo esto.
-No me lo puedo creer.
Toda la vida, toda la vida, doña Blanca y yo intentando tener controladas las galerías para que acabe sucediendo una cosa así.
-Esto no es culpa suya.
-Sea quien sea el culpable, hay que encontrarlo.
-¿Y aún no se sabe nada de quién es?
-No, no, pero algo hay que hacer.
Por favor, vayan, vayan todas al taller.
Al taller.
Al taller, por favor.
Vámonos.
Ven.
-Hoy Almacenes Oxford ha publicado en prensa su nueva colección.
Un plagio de los diseños que íbamos a presentar la semana que viene.
Solo alguien de dentro ha podido filtrar la colección con ese grado de detalle.
-Silencio, por favor.
Silencio.
¡Silencio!
La empresa no quiere señalar a ninguno de sus empleados sin pruebas.
Pero sepan ustedes que se están tomando todas las medidas necesarias para descubrir al responsable de un acto tan grave.
-No sé si se dan cuenta de que estamos poniendo en peligro el futuro de estas galerías y el nuestro propio.
-Nosotros no hemos sido.
-Aquí nadie tiene contacto con Oxford.
-¿Qué vamos a hacer ahora?
-Nada, Rita.
Ver como otros triunfan con una colección que me pertenece.
Que nos pertenece.
Quiero que sepan que sus manos, su talento, su exquisita dedicación me ha mantenido a flote y ha hecho que no me rinda.
Hasta ahora.
Porque yo ya no tengo nada más que hacer en este país.
Y no se preocupen porque... sé que entre ustedes no está el traidor.
En este taller solo está el mejor equipo que he conocido jamás.
[♪ Sheldon Curry: "Sky Dream"] -Son muchas horas de trabajo.
Espero que don Enrique pague por lo que ha hecho.
-O quien quiera que sea el responsable.
-¿Otra vez con la misma historia?
Esteban se está jugando tanto como nosotros ahora mismo en estas galerías.
Sería incapaz de hacer algo así.
-Yo no he dicho eso.
Pero es curioso que ocurra una cosa semejante justo ahora cuando él está trabajando en Velvet.
-¿Tiene alguna prueba?
-No.
Solo la fama que le precede.
Entonces no comente esto en voz muy alta.
Podría hacer un daño irreparable.
-Doña Blanca, confío en que si usted observa un comportamiento extraño en Esteban, sea la primera en comunicármelo.
-No le quepa la menor duda.
-Gracias.
-Le he traído el último tejido que nos quedaba.
Le va a encantar.
¿Qué ha pasado?
-Tu hermana ha sacado una colección exactamente igual a la de Raúl de la Riva en Oxford.
-No puede ser.
-Hoy sale publicado en una revista.
Un plagio en toda regla.
Hay fotos de todos los modelos y son exactos.
Puntada a puntada.
-No es posible.
Estamos todos igual de impresionados.
Don Raúl ha tirado la toalla.
Están investigando el robo de los patrones.
-Tengo todo el pedido hecho.
Esto puede ser mi ruina.
Iré a ver a Alberto.
Alberto, me acabo de enterar.
-Has visto la colección, es increíble, son los años veinte de De la Riva.
Esa hija de puta nos ha plagiado.
Y allí estaba aplaudiendo como si nada en el homenaje.
Acabo de verme con ella y me ha amenazado.
¿Te lo puedes creer?
-Es increíble.
¿Quién puede hacer algo así?
-Raúl piensa que ha sido Enrique y todavía no sé qué pensar.
¿Tú no tendrás nada que ver?
-Alberto, el futuro de mi empresa depende de esta colección.
Ni siquiera sé cómo voy a afrontar esto.
-Lo siento.
Me he puesto nervioso.
Sin colección no tenemos temporada y eso podría suponer nuestra ruina.
Es lo que vamos a hacer.
-Deja que hable con ella.
Iré a verla.
No sospechará nada.
-Adelante.
No le digas que has hablado conmigo.
-Descuida.
-¡Clara!
-Sí, ¿en qué puedo ayudarle?
-Localíceme a Gerardo Otegui, por favor.
-Ahora mismo.
-Dime que no has tenido nada que ver con el robo de la colección de Raúl de la Riva.
-¿Quieren convertirme en un cabeza de turco?
Es evidente.
Alberto quiere cargarnos el muerto para... -He invertido mucho dinero en esta empresa.
Ya no se trata de los Márquez, sino de tu familia, la familia Otegui.
Debías de estar gobernando el barco y lo estás hundiendo.
-Se lo voy a repetir una vez más.
Yo no he tenido nada que ver con ese robo.
-Eso espero, porque no he venido a esa junta que me saque los colores.
Has tenido mi apoyo y mi infinita paciencia, pero hasta hoy.
Esta mañana también he hablado con tu hermana.
-Bueno, mi hermana.
Mi hermana una vez más se mete donde no la llaman.
Que deje a los hombres los asuntos de los hombres.
No tengo nada que ver con eso.
Y en la junta no me van a poder echar nada en cara porque no he hecho nada.
-De acuerdo, Enrique.
Pero ni una sola mentira más.
No soy un pelele, soy tu padre.
Te puse ahí porque confiaba en ti.
Demuéstrame que no me equivoqué.
Vamos.
Quiero estar en esa junta.
-Buenos días.
-Buenos días.
-Siento el retraso.
Me alegro de verle.
Siento haber convocado esta junta con tan poco tiempo.
Pero como saben, los problemas a tratar son de máxima gravedad.
-Sobre todo para mí.
Es intolerable haber sido acusado de un robo que no he cometido.
-Deberíamos mantener la compostura, Enrique.
-Hasta el momento sólo podíamos elucubrar sobre lo sucedido.
-Lo ve, es el colmo.
-Pero ahora podemos demostrar que Enrique Otegui mantiene una relación estrecha con Pilar Márquez.
Eres un traidor.
-¿Enrique?
-Eres un hijo de puta.
-¡Abrí la boca y te parto la cara!
-¡Basta!
¡Basta ya!
Alberto, ¿se puede saber cómo has podido comprobar eso que dices?
-¿Y este qué hace aquí?
[♪ música dramática] -Tenía entendido que ya no mantenías ningún lazo con los negocios y con la familia.
-Trabajo como proveedor de género para Velvet.
Mi hermana Pilar desconoce hasta dónde llega mi implicación con las galerías.
Y me ha confirmado su estrecha relación con Enrique.
-¡Eso es mentira!
¡Yo no conozco a esa señora!
Me tiene que creer, padre.
Esto es una pesadilla.
Me quieren echar de aquí.
Cuéntales los planes que tenemos para las galerías.
Pero por el amor de Dios, ¿cómo voy a querer yo hundir mi propio negocio?
Enrique y yo estamos trabajando en una nueva colección de joyas para potenciar esa línea de negocio en Velvet.
-¿No estaréis hablando de la colección de joyas de tu hermana Cristina?
Ella misma me ha hablado de esta colección esta mañana.
-¿Es idea de tu hermana?
-Ni una sola mentira más.
-No, probablemente sea una casualidad, ¿no?
¿Verdad, Enrique?
-Le juro que yo no tengo nada que ver con la colección de Raúl de la Riva, se lo juro.
-Estás fuera.
-¿Cómo?
-Fuera.
A partir de ahora mi hija Cristina será cargo de la gestión de las acciones de la familia Otegui.
-Gerardo, con el debido respeto no creo que Cristina se pueda ocupar de eso.
Yo personalmente... -Solo un Otegui gestiona los negocios de los Otegui.
Espero que me ayudéis y apoyéis todas sus iniciativas como si fueran las mías propias.
Buenas tardes.
-Buenas tardes.
-Enrique, te agradecería que te tomaras la tarde para recoger tus cosas.
-Pues que suerte, trabajar con tu mujer, ¿no?
Al final va a ser verdad eso de que todo queda en familia.
Una pena que justo ahora le hayas abandonado por esa costurera.
-Tú juega con fuego.
Juega.
A ver si me da por pensar en cómo Enrique ha terminado negociando con la tía Pilar.
-De verdad, Alberto.
Tanto lio de falda se ha dejado tonto.
Es ridículo pensar que Enrique tiene algo que ver con la tía Pilar.
-La reunión va como la seda, ¿eh?
-Adiós, Mateo.
-Patricia.
-Enrique está fuera.
-¿En serio?
-Pero eso es buenísima noticia, si merece un whisky por lo menos.
-Pues que sean dos.
Cristina será la que se ocupe de las acciones de los Otegui.
-Ah.
-Vamos a tener problemas, Mateo.
[♪ música jazz suave] -No te lo vas a creer.
Mi padre acaba de destituir a Enrique y me ha nombrado representante del accionariado de la familia Otegui.
-¿Lo estás diciendo en serio?
-Completamente.
-Nunca pensé que iba a brindar por nuestra incorporación al mundo laboral, pero... Por nuestro exitoso futuro.
-Por nuestra gran venganza.
-Estoy deseando ver la cara de Enrique cuando nos vean entrar por esa puerta.
-Pues no vas a tener que esperar mucho tiempo porque mi padre me ha citado en Velvet a última hora y se ve que Enrique está recogiendo sus cosas.
Ya verás cuando se entere, Raúl.
-Pues no te quiero decir nada de Anita Rock and Roll.
-Brindo por eso.
-Pobre Raúl.
A mí todo esto me empuja a la violencia.
-Ay, Rita, no digas tonterías.
Te lo juro que si por mí fuera, me presentaba y nos fuera a insultar en voz alta a la gente y a echarles empujones de ahí.
-Dejen de compadecerse de mí y vengan a ayudarme, por favor.
-Raúl, no queríamos molestar.
-Quiero dormir y no despertarme hasta que la barba me salga por debajo de la colcha.
-Venga, pero si tú siempre has dicho que la barba es de campesinos.
-Pues imaginaos cómo estoy.
-No puede rendirse.
El ladrón va a aparecer, ya verá.
-El ladrón ha aparecido.
-Dime que es él.
-Es él.
-¿Enrique Otegui?
-Me lo ha confirmado Esteban.
Se ha reunido con mi tía Pilar.
No la ha querido reconocer, lo del plagio, pero sí la estrecha relación con Enrique.
Por lo visto, llevan tiempo haciendo negocios.
-Lo sabía.
Lo sabía.
Lo sabía.
Ha intentado hundirme desde la primera vez que entró por esa puerta.
Y yo se lo he puesto en bandeja.
Es culpa mía porque no lo vi venir, Alberto.
Y conozco perfectamente a la gente de su calaña.
Conozco perfectamente a la gente de su calaña.
-La culpa no es tuya, Raúl.
-¿Y lo de París fue un aviso?
¿Cómo no lo vi?
¿Cómo no lo vi?
-No quisiera yo estar en los pies de don Enrique.
-Ni tú ni nadie.
Te sentirías como Gregorio Samsa en la piel de una cucaracha.
-¿Gregorio qué?
-Raúl, ve pensando algo.
Sin colección no tenemos temporada y eso no lo voy a permitir.
[llanto] -¿Puedes imaginarte cómo se puso Enrique?
Como un energúmeno.
Tuvo que intervenir don Gerardo.
-Dios santo, ese hombre es despreciable.
Nunca le importaron estas galerías.
Se acabaron los problemas.
[♪ Pierre-Jean Gidon: "Swing Romance"] Son horas de trabajo, no de placer.
¿Qué van a pensar sus modistas?
¿Hmm?
-Esto merece una excepción.
Si no llegase por ti, la duda seguiría estando sobre nuestros empleados.
Y si alguna de mis chicas hubiera pagado por lo que ha hecho ese... -Ha pagado quién tenía que pagar.
Habrá que mirar hacia adelante, juntos.
-Bueno, tengo que dejarte.
Voy a darles la noticia a las chicas.
¿Qué haces?
-Con Pilar Márquez, por favor.
Gracias.
Sí, soy yo.
Todo ha salido como esperábamos.
Enrique está fuera.
Nadie sospecha de mí.
Hablamos luego.
[♪ Christian, Stephane & Yves: "How Could I Tell You"] -Raúl.
¿Querías algo?
-No, no, no, lo siento, no quería interrumpir.
Perdona.
-Raúl, no puedes rendirte.
Esta mañana eres la viva imagen del optimismo.
¿Qué ha sido eso de que la moda está por encima de todo?
-No puedo más, Ana.
No puedo más.
Desde que llegué a España no he recibido más que golpes uno tras otro.
Nunca debí dejar París.
Ser profeta en mi tierra ha sido soñar demasiado alto.
-Pero aún puedes conseguirlo -¿Así?
¿Cómo?
¿Cómo?
Dime, ¿cómo?
¿Cómo en estas galerías?
-Raúl, yo... -He visto a Phillipe Ray trabajando en esa habitación.
Tienes talento, energía.
Tienes futuro, ilusión.
Todo lo que a mí me han quitado.
-¿Qué es eso, Raúl?
-Señores, he traído algo para ustedes.
Es mi carta de renuncia.
-No estamos para bromas, Raúl.
-Ojalá tuviera humor para eso.
Me he cansado de luchar en esta trinchera.
En estas galerías he encontrado gente maravillosa, pero también muchos problemas Sabéis que lo he intentado, pero no puedo más.
-¿Pero cómo te vas a ir ahora si acabamos de echar a Enrique?
-Enrique no solo me ha robado los diseños me ha robado la ilusión.
-Raúl.
Vete, una semana.
Un mes.
Toma el tiempo que necesites, pero no te puedes ir.
Te necesitamos.
Nos puedes hacer esto ahora.
-Alberto, necesitáis una colección para esta temporada.
Y yo no tengo fuerzas.
¿No os dais cuenta?
Solo quiero lo mejor para vosotros, y ahora sería un lastre.
-No eres ningún lastre.
Eres el mejor diseñador que ha pasado por este país.
Y tarde o temprano lo vas a tener a tus pies, -A veces una retirada a tiempo es una victoria.
-Raúl, escúchame, por favor.
-En París no voy a encontrar paella ni voy a encontrar jamón serrano, pero estoy seguro que voy a encontrar la tranquilidad que necesito.
-Raúl, odias la tranquilidad.
-Sí, es cierto.
Pero odio mucho malas despedidas, así que, por favor, no me lo pongáis más difícil.
Lo voy a echar de menos, ¿eh?
Sí.
Hasta la próxima.
-Perfecto.
No tenemos colección, no tenemos diseñador, no tenemos nada.
-Hay que buscar otro diseñador.
-Aunque lo encontrásemos mañana, Alberto.
No le podemos pedir que levante una colección en dos días.
-Deja ese sobre.
No lo vamos a necesitar.
-¿A dónde vas?
-Cristina será la que se encargue de las acciones de los Otegui.
Ya sé que lo único que te preocupa es el embarazo de Cristina, pero escúchame, por favor.
Se nos está brindando una oportunidad muy importante y no quiero que la dejes escapar.
Tengo una estrategia para luchar contra Oxford.
Quiero que tú diseñes la próxima colección, junto con Raúl de la Riva.
El único problema que tenemos es que Raúl ha renunciado.
Y solo se me ocurre una persona para convencerle.
-Lo que me estás pidiendo es una locura, Alberto.
El bebé, Cristina trabajando aquí, es imposible.
-Cristina lo único que quiere es separarnos.
Por favor, no le des ese gusto.
La chica de la que me enamoré no se rendía nunca.
[♪ Alexander Baker & Clair Marlo: "Oh, My Baby Blue"] -Hola, hija.
Hola, Bárbara.
-¿Qué tal?
-Gracias por confiar en mí, papá.
-Aún no sé si debería, hija.
Estás embarazada y eres mujer.
Y no tienes ninguna experiencia en los negocios.
-Es lo que quiero hacer y puedo hacerlo.
-Cristina, esto es serio.
Si te pongo al frente, no es con la idea de revolucionar nada.
Solo quiero que defiendas los intereses de la familia Otegui.
-Voy a demostrarte que puedo hacer eso y mucho más.
-Tienes bendición para seguir adelante con la colección de joyas, pero la inversión en el proyecto deberá probarla Alberto.
No podemos asumir más riesgos de los que debemos.
-Contaremos con él, no te preocupes.
-Michin, quién te ha visto y quién te ve.
Ya nos han informado de los nuevos aires en Velvet.
Quien juega con fuego se quema.
-Yo no he tenido nada que ver con el robo de Raúl.
-Lástima que no puedas decir lo mismo de nuestro proyecto de joyas.
Yo no me puedo creer que después de despreciarnos como lo hiciste quisieras llevar a cabo el proyecto tú solo.
Ah, no, tú solo no.
Que contabas con el apoyo de la calienta braguetas, -¿no es así?
-Estoy seguro de que vais a saber gestionar el negocio a la perfección.
Y de que no vendréis a buscarme en dos semanas.
Disfrutad mientras podáis.
[hablando en francés] -Estúpido, arrogante.
-Soberbio y malnacido.
-La verdad que no nos podemos quejar, Cristina.
Todo está saliendo según lo previsto.
-Bueno, todo, todo... Solo me queda lo más difícil.
Quedarme embarazada.
-Quedarme embarazada.
-Ahora mismo te necesitamos más que nunca.
¿Qué te parecería trabajar con Phillipe Ray?
-Parece que no soy el único al que han echado.
-¿Por qué has venido, Enrique?
-¿Tan raro te parece que un amigo quiera despedirse?
-Espero que ahora no me hagas lo mismo.
Y me encierres en una habitación.
Conchi, la madre de Pedrín.
-¿Qué tal le ha ido el viaje?
-Pues largo, hija, largo.
Y yo ya no estoy para estos trotes.
-No diga eso, mujer.
¿Está usted mejor que nunca?
-Tú sin embargo, has engordado, ¿eh?
-Clarita, ya hemos fichado a uno.
Lo siento mucho por tu compañero.
-Víctor, me parece que tú y yo vamos a pasar bastante tiempo juntos.
Pero no te preocupes, que nos vamos a llevar muy bien.
-¡Oh, no!
¡Eso es una mierda!
¡Andrés, Andrés, Andrés!
¡Tienes que golpear el suelo!
-Don Esteban no ha llegado y hace ya un rato que tenía que haberlo hecho.
-Sí, llamó para disculparse.
Ha tenido una urgencia médica.
-¿Una urgencia médica?
-Gracias por el consejo, pero mi vida es complicada.
-Eso díselo a don Emilio cuando consiga que te despidan.
Support for PBS provided by: